Debía estar contigo... en casa

La otra noche la vi llegar al bar
entre aplausos y brindis y sonrisas,
«¡hay fuera vino, baile, naipes, brasa…!»
Yo estaba allí buscando entre repisas
y frascos mi sirena, en algún mar…
Pero debía estar contigo… en casa.

Al salir vi un bandido del manglar,
de todos conocido, que olvidaba
quién era, qué mataba, y a qué tasa.
Yo también mis problemas lamentaba…
y aprendía el problema del amar.
Pero pedía estar contigo… en casa.

No sé qué celebraba aquel villar
de ovejas y cabritos olvidados.
Me llevó de la mano y dijo «pasa»…
Yo estaba allí… pensaba ir a los dados
cuando, jugando, me empujó al pajar.
Y yo quería estar contigo… en casa.

Era bella, era flor del palomar…
pero más lo eres tú… ¡más lo eres tú…!
Hoy que el alba está aquí, y la brisa escasa,
pienso «era blanca…» Pero no tu luz;
¡hoy cabalgo sin rumbo, sin hogar…!
Hoy que querría estar contigo… en casa.

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