De mis viajes, la locura; de mis ensoñaciones, la duda; ¿acaso soñé o he soñado que soñé?, ¿duermen mis ilusiones o estallan atiborradas entre gritos y tormentos de otros mundos herederas?
Peregrino sin destino he sido, prófugo de la justicia seré; renuevo mis ansias, por tanto, y sin nada en el macuto proseguiré; voy sin cargas a la hoguera de un sinvivir exultante mas no sin mis aliados renuevo sin fin mis altares.
Un rugido, una omisión imperdonable, pero nunca la certeza de no haberte conocido, mi amada, mi ser. Un canto en la negrura de los tiempos ya remotos me alcanza, un silencio atronador renueva mis ansias postreras.
¿Es acaso mi sentir un subterfugio farsante?, ¿o nada de lo que viví prueba mi existencia? Es por eso que de mis viajes no reniego, ni siquiera de aquellos que nunca realizaré; y si mi futura condena dependiera de ello, tampoco, pues no dudo que estoy enamorado de las ciudades en las que nunca he estado y de la gente que nunca he conocido, aunque ello me otorgare la locura.
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