De Arrugas y amnesia

Este pensamiento
pasa
inadvertido

al huir de mí
siesta de los dioses;
fugaz
el recuerdo
que me hizo
del sueño en sus trenzas.

Si juras,
no tardarás en volver
al lugar
dónde
el corazón de pena
desespera.

Mudo stop de confesionario,
no niego
al verdugo
que
mata mis miedos.

Clandestino
y cómplice de nadie

En el fusil

A quien contrario a mí
por
un instante
sedujo a la muerte
también, el indulto que no merezco.

De puro susto, mi existencia.

Así, soy, y le sonrío a la vida.

Agosto, 05 Lima — Perú

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Que versos más tremendos amigo, me gusta ese aire apocalíptico que transmites con ellos, con ese cierre con una sonrisa como postura ante la vida!!! Saludos Martín!!!

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No hay que negar al verdugo que mate nuestros miedos… Magníficos versos, Martin.

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Pedazos de tu esencia vas dejando en tus hermosos versos.

Un abrazo fuerte, amigo!

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Hay pedacitos de tu alma en cada uno de tus versos. Besitos y abrazos.

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Versos maravillosos.
Saludos.

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