Cuento nocturno ii

Cándida niña, sacar me reclamas del cofre una historia:
¿Rompo con fuerza el candado, y nutro tu infanta memoria?:
reyes y dioses se ocultan detrás de latente oratoria.
Vísteme en caro lector: actualiza la tinta ilusoria.

Llaves del viejo baúl, te permiten la letra tocar.
Tenue el ardor, del pabilo, germina a mi vista el cantar:
Cuentan que el Dios dadivoso, optó por fundarse en el par:
puso las nubes al cielo y en tierra las aguas del mar.

Rayos dorados dio al sol y a la luna sus ojos de plata;
puso el amor que en sus almas, sin más, diferencias empata;
pronto los dos se casaron, se dice que rompen piñata:
baja a nosotros la entraña que tierra en el fruto aquilata.

Prende el marido el candil, y en la noche la esposa sonríe:
fuego amoroso y activo, certeza pasiva el enfríe.
Medra la antorcha en tiniebla, no sea que el camino se líe.
Supremo mandato extrapola que así en la vereda me fíe.

Cándida niña, sabrás que el dador de la vida, corona
forja con oro de sol, y también a su rey confecciona:
brioso palpita el metal que al enfriarse al monarca fusiona.
Plata de luna al arder, da la forma a la hermosa patrona.

Sacro ritual, del enlace, celebran los coros del cielo.
Unge la esencia a los reyes que en tierra han de ser el modelo…
Trágica suerte, pequeña: del real matrimonio hay un velo
¿Pides revele sus nombres? No habré de negarte el anhelo:

Pronto, la oreja aproxima, prudencia me exige la edad:
Reina de plata y de luna, hay veces que expresa frialdad,
sola peligra en el trono, por siempre su nombre… «Verdad».
Llámese «Amor» su marido, ¡por ellos yo rindo lealtad!


Enero 23 de 2021
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Un acertado final a tu poema.
¡Felicitaciones!
Saludos

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Gracias por tu lectura compañero. Un saludo cordial.