Sus besos fueron
el trampolín hacía mis penurias.
Cálidos vestigios
desaparecieron
de mi psique,
yo quise aventurarme
al mar rojo
de sus entrañas,
y sin más preámbulos
su partida,
ya estaba en marcha.
Cruel abismo anunciaba,
su bajeza
y mis sombras se deslindaban
sin firmeza,
mi mente quedó en blanco
y, su mundo
de pies a cabeza.