Se sedimenta el barro sepia que se incendia en las nubes, cuando llega el instante en la hora de derramar la sangre…
Arde breve como la brizna de un azafrán continúo e imposible… de tizones fogonarios… que apenas relumbran desde el betabélico corazón de un nabo frío, que contrasta su incendiario fulgor, contraluzando de fondo a los engristecidos nubarrones que alargando, proyectan sus ennegrecidas penumbras de violetas noctúrnidas sobre los ojos expectantes.
La noche se cierne sobre nosotros como el arropo, bajo las alas de búho cuérnido.
Sí, yo a veces quisiera ser como los seres crepuscurrícolas, que no pueden vivir fuera de la estrecha franja que define al atardecer… Allí quisiera estar yo sembrado igual como lo haría un roble aurífero: debajo de un cielo que, como la faz hirviente de un mar gaseoso y solar, superficialice el ferror del óxido en el color de la sangre.-
Chane García.
@ChaneGarcia.
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¡Gracias por la opinión halagosa! —y gracias por la edición que, supongo que hiciste… entraste a mi escrito como ‘Pedro por su casa’; a ti, te lo permito… tú sabes que mis poemas bien pueden ser tu casa—.
Sí, es una descripción que, si te soy sincero, no es mía… ¡Te cuento!:
Hay un señor negro él, que aparece a veces en estos programas sobre astronomía de Discovery Chanel (¿o era el canal History?) y en uno de esos capítulos él estaba hablando de esos planetas que ya han descubierto fuera del sistema solar y que ellos —los astrónomos— han llamado «super Tierras»… son varios… y uno de ellos es un planeta enorme que gira como es lógico en torno a su estrella madre; pero las características de su movimiento orbital son tan peculiares que, este planeta es como nuestra Luna, que todo el tiempo, a lo largo de su giro de órbita, SIEMPRE la misma cara lunar está encarada mirando hacia la Tierra —como cuando tú navegas, remando en un bote, vas siguiendo el contorno de la costa—. Esta Súper-Tierra todo el tiempo en uno de sus hemisferios, va a ser SIEMPRE de día; en el otro hemisferio, va a haber una noche perpetúa… En el hipotético caso de haber seres vivos parecidos a la vida que hay en la Tierra en esa extraña Súper-Tierra, esos seres vivos a juro vivirían en el terminador, es decir, en esa zona del planeta en donde el día perpetuo se transiciona en noche eterna… Esos seres crepuscularios tendrían que acostumbrarse o a fotosintetizar sus alimentos bajo el influjo de la luz penumbral… de allí, me surgió la idea de los seres crepuscurrícolas, esa tipo de gente que sólo pueden existir donde se enrroja el crepúsculo.
¡Sí, ya sé!.. ¡Tengo una imaginación que vuela!
Mi cuñada me dice que yo vivo metido en el mundo de Winnie Pooh y Heidi je, je, je ¡Ya estoy acostumbrado a ella!
¡Ojalá existieran seres crepuscurrícolas! Sería interesante… En la mitología griega están las famosas Hespérides, que son tres ninfas del ocaso cuya tarea era resguardar un árbol que tenía manzanas de oro. Son las únicas crepuscurrícolas que conozco.
Saludos.
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No, al contrario… No tengo que disculparte nada. Y gracias por pasar por aquí.
Todo poeta —en mayor o menos grado— debe tener ojos e imaginación de niño.
Hay una anécdota de un poeta famoso —no recuerdo si era Aquiles Nazoa— que él estaba con otro señor allí, conversando en el patio de su casa donde hay unas matas de mango… en una de esas, sopla una suave brisa de esas que refresca la tarde y esta brisa mueve y le da vida a una hoja amarilla caída del árbol de mango… y la hoja se movía de tal modo, que, a los ojos del poeta, parecía un canario picoteando semillitas en el suelo.
Otra persona equis ni siquiera hubiese notado este detalle… Hay que ser un niño para ver estas cosas que están ocultas bajo el velo de lo evidente.
Saludos, amiga.
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