Creo en septiembre ocre

Las hojarascas resecas crepitan;
como si los fantasmas caminaran por allí,
Gran estrategia otoñal cuya putrefacción
del residuo primaveral evita, aunque nada impide
la concentración de lindas verdosas mariposas.

Ánforas de serpentinas llovían cada dieciséis,
próximo al equinoccio septembrino.
Las calles todas azafranadas.
Las frases teñidas de onoto, anotadas y pulverizadas.
Los sueños ambarinos y las cartas amarillentas.

El poeta absorto recordaba fechas
y arrepentido trituraba lo redactado
y sin compasión al cesto de nubes iba
todo aquello que jamás revelaría
y esa actitud provocaba tanta nubosidad
en cumpleaños, Navidad y Año Nuevo.

Con leña húmeda encendía la estufa,
para contrarrestar el frío intempestivo
y preparaba sopa de calabaza y letras finas,
y el ocaso se pintaba de colores cítricos
y al beber unas copas de aloque de pomelo,
uva y limón enloquecía de colorido y sinsabores.

Otoño, catirito de cabello anaranjado,
traduciendo manuscritos desde la buhardilla,
repleta de manzanillas, búhos y ardillas.
Entre las páginas de su vida,
tréboles de cuatro hojas conservaría.
Las semillas de patilla de sus versos disgregaría.

El viento va declamando sus poemas y
la borrasca borrando la fiesta y
por la mañana resaca y sobras.
Septiembre goza de poros abiertos,
de lunas pálidas, de lluvia icterina;
de un mar desvaído, saturado de lemnas;
de duraznos aterciopelados semejante a una tez
y de una melodía que inspira a la mejora del color.

Caminar sobre las brozas resulta peligroso;
porque en su interior acoge vidrios y astillas
no suceptibles de ojearse y el alma chasquea
y el crujir de las hojas es otra modalidad de llanto
y el torbellino apila tantos pétalos en esa esquina.

Las cintas magnéticas de algunas canciones viejas
cuelgan entre las ramas del jazminero.
y vuelve a sonar “septiembre contigo” en la estación
y los rieles del tranvía desaparecen entre el follaje
y se descarrila el reencuentro y la huelga de transporte
no interrumpe la circulación de otoño.

Al mismo cesto de basura:
las minutas, los apuntes, los borradores,
las improvisaciones de un jazz, las noches de blues,
las ropa nunca usada, el vino avinagrado, los lentes, el chip
los corchos inhibidores de suspiros, las agendas, las carpetas,
las fechas, la guitarra, las viandas, la alarma,
la camisa azul, los mordiscos, los cubiertos…
excepto el sentimiento.

En septiembre ocre, se cree que el poeta escribirá
y seguirá lloviendo mucho confeti primaveral
y las cenizas de esas hojas muertas serán esparcidas
en el árido desierto y nacerán muchas más en el mismo lugar.

5 de septiembre de 2017

4 Me gusta

Qué hermosa poesía!!Sentí que disfrutaba al leerla… qué más?..un cálido saludo,Xhuvia922!!

1 me gusta

Como tú, amiga Silvelar…¡Yo también creo en septiempre! ¡Ese es mi mes! Y siempre lo sopeso, lo pondero. A él me debo y por él existo bajo el signo de LIbra… Quizás por éllo peque de determinadas cualidades, virtudes y defectos…
Me gusto muchísimo tu poema.
Fuerte abrazo

1 me gusta

Tremendo signo y personalidad. Agradezco su lectura. Feliz domigo

Gracias por leerme. Agradecida. Abrazo afectuoso.

1 me gusta

La poesía ha aterrizado a través de tus manos con ucha fuerza en Septiembre . Viva Septiembre ocre. Saludos poéticos.

1 me gusta

Maravilloso recorrido, me encantó tu poema. Besitos.

1 me gusta