Coróname

Coróname de llanto las mejillas,
que tu verbo esplendoroso recela;
dame la madrugada de gacela
donde esculpe la noche sus orillas.

Dame tu silencio, las maravillas
que curvan tu silueta, la cancela
donde la luz se irisa; donde encela
tu mano la madera y sus astillas.

Y en la cercanía de tu cintura,
prenderé los perfiles de mi olvido;
desbrozaré, con los dientes, la altura

mayestática de lo que te pido:
nunca me abandones en noche oscura;
nunca dejes mi retrato perdido.

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Qué buen soneto, Pradoalto. Es un placer leerlo en voz alta.

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Gracias. Es un detalle, porque así se aprecia la musicalidad del verso. Un aludo.

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