A veces volcánico y conmovido,
a veces triste, temeroso y callado.
Sigue queriendo saber del azul del cielo.
No dejes crecer tu infancia,
no pierdas las flores amarillas de tu sombrero.
Corazón mío,
el de las lunas superlativas,
desde mis rincones vencidos
fabricas y cuidas la rebelión.
Y sí, la palabra que, inesperada,
cae entre mis dedos es una estrella tuya.
De tu propio corazón brotó esta sublime inspiración, con bellos y sentidos versos, para otorgarle la medalla del mérito poético.
Palpitante y hermoso poema!
Abrazos afectuosos, Gioconda!