Mi corazón es un río,
un torrente que se marcha
al más puro desvarío.
Hermanos en la desdicha,
educados en el llanto,
huérfanos de la justicia.
Perdidos en el abismo,
lejos de todas las voces
que señalan el camino.
Buscamos un nuevo frente,
una lucha popular,
una pasión que está ausente.
Sátrapas y aventureros,
poco a poco, nos confunden.
Vamos al despeñadero.
Quizá debamos mirar,
perdón por esta simpleza,
lo que dejamos atrás.