En el lento glacial de tu melena negra, untuosa… como la lozanía de muerte fresca y laxa, cual caricia liviana… igual que una pluma egipcia que contrapesa la gravitud de tu carne pecaminosa y mortal, como todo lo que es efímero.
Sobre tu coronilla aletea el santo ángel palomo —paráclito y omnipresente— que me hará recordar con cierto dejo de nostalgia, los gélidos y azulinos labios de la primaveral Perséfone trística… entre la sola penumbra que la ensombrece.
Ella —aún vital como la minucia solar— es la fuerza generatriz que duerme y late, encarcelada y mamushka, en la ‘sarcofaguitud apretante’ del invernal bulbo ‘hádico’, igual como el de una florida fosa, en los cercanos predios donde abate la muerte.-
Chane García.
@ChaneGarcia
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