Comerse el alma

Yo me como tu alma
porque carezco de alimentos
y mi hambre es de otro mundo.

Mi sed
la misma de los esclavos
que lo ignoran
porque sus cadenas son tan invisibles,
como los candados del amor
con que encerrábamos la infancia.

Yo me como lo que queda
en los platos de los duendes
cuando huyen asustados
frente al ataque de las gacelas
que te ignoran
como si fueran las mujeres de tu barrio
paseando por la plaza los domingos.

Yo me quedo junto al río
porque soy un miserable sin océano
nadando como un salmón
a contracorriente y sin destino.

Yo me como tu alma,
y hago la digestión bajo el almendro
donde alguna vez consumimos el fervor
que derramaban tus besos
par sanar la herida
y fecundar la soledad.

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