Estamos cerca de inventar medusas de piedra
como animales de compañía
y peces de madera dada su inutilidad.
Rozando el paroxismo, masas ingentes consumirán oxigeno enlatado,
sería contraproducente respirar el aire que otro ha respirado.
No habrá conciencia, ni pautas, silbar estará prohibido.
Los besos, el sexo, el amor, se servirán a la carta
desde una app sin adjetivos.
Píldoras con sabor a cerdo, robots imponiendo leyes,
flores nano trasplantadas ambientando por sensores de alta gama.
Los olores.
Dosis de patria inyectadas, religiones de bolsillo,
borrados de los recuerdos cada seis meses y un día,
por si ocurriera pensar.
Y en esta dicotomía permanente, sin retorno,
de te matan o asesinan, no existe término medio,
he parado el recorrido y me declaro incoherente…
Guerrillero por derecho, transgresor, libre, simiente,
niego por humanidad, ser parte al nuevo orden
de algoritmo establecido como costumbre existente.
Voy a quedarme aquí, viendo los atardeceres,
sudando o libando frío, silbando a cada segundo,
manchándome porque soy.
Que no me cuenten la lluvia, la hierba, el sol, el agua,
a cómo sabe el silencio, las penas, las alegrías
y los colores del alba.
Pedro…de momento.