Es tan chiquitica que no cabe en el planeta,
se siente poderosa cabalgando
por la pradera donde sueño
con sus ojos cansados.
Su voz azucarada me desvela
y me cura las heridas
que mi inseguridad provoca
cuando salgo a las calles
donde no comprendo nada.
Tengo ganas de escribir poesía
pero sus caderas me reclaman
y los versos me los guardo
para cuando se quita las gafas
y me pregunta si estoy bien.
Los terremotos son cada vez más tenues
los amaneceres más intensos,
el balar de las ovejas no me importa
desde que vuelvo a sentirme lobo
y me resguardo en su cueva.
Grandioso final. Sus propiedades son distintivas: erotismo, actitud, cuidado, inocencia, indagación, mansedumbre y provocación. Persuade valiéndose de la exploración de la ternura y la pasión. Un maestro del género poético que sabe insinuar. Felicidades, Jose. Abrazo.