Ahora cuando el sol se esconde
desaparecen las esperanzas
de tanta luz cegadora,
entonces me iré
y una golondrina anunciará
mi vuelta con trémula voz
en la cornisa.
Volveré a gozar de la sonrisa de un niño,
del calor de los amigos
que tantas lágrimas secaron,
de los puñales del tiempo en mi memoria.
Besaré la piel acompañada
con serena alegría
poblada de amor
entre los fantasmas insomnes
y la nostalgia nublada por el tiempo.
Cada estación vuelve,
todo vuelve al encuentro
del alma hospedadora,
bajo la suave penumbra de tu ausencia.
Quisiera regresar a la llama y la aventura
que un día me acompañaron
y ahora me abandonan
presas del pánico del desamparo.
Pero aún la vida me conmueve
y mis pulmones se llenan cuando me entrego
y mis letras me reconfortan
por alguna razón inexplicable.
Inherente a mí, como el alma,
siempre te tengo a ti
por centinela de mis temores
ante la ruindad del mundo
y la crueldad del tiempo,
una tercera conciencia de las cosas
ante la espera que me depara la existencia.