Casandra

Tu voz de perla se tornó pálida,
ya casi no pueden oírte advertirles de la guerra,
la soledad no es nada comparada con este silencio ensordecedor,
reventando los tímpanos del tiempo.
El grito atorado en la garganta genera un estruendo
del que es difícil escapar,
solo se oye el eco de las palabras retumbar,
pero ninguno te está oyendo.
Casandra,
viste lo que otros no vieron,
Casandra,
nadie se dio cuenta del tesoro que albergaba tu voz,
ni de las valiosas palabras que estabas diciendo.
La profecía se cumplió y,
sin embargo,
todos desaparecieron,
como el humo en una habitación en llamas.
Casandra,
tu don fue el castigo por haberte atrevido a cuestionar a los hombres,
a los intocables Dioses del Olimpo,
dispuestos a sacrificarte,
con tal de iniciar un genocidio.

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Muchas voces intentan apagar las advertencias de Casandra. Me gustó tu poema. Saludos.

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Triste destino el de la voz ignorada. Tu Casandra grita en la historia, pero el eco es desolación.

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Bien hilado y hermoso poema que nos acerca a la mitología griega con las profecías de Casandra…
Un saludo, compañera!

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