CARTA SUICIDA (Quintilla Blanca)
Yo no sé cuando me vaya,
quizás hoy, tal vez mañana;
todavía no es preciso,
pero pienso en las maneras
y mi cuerpo se estremece.
¿Un problema depresivo
o una gran estupidez?
Contemplar el pensamiento
de mandarlo todo al diablo
ya es suficiente tortura.
A lo mejor no estoy cuerdo
y me falté algún tornillo;
mientras desapercibido,
paso entre la multitud
como un humano normal.
Si nadie me toma en cuenta,
¿Qué gano con escribir?
¿Cuál razón hallé en versar
para hacerme conocer
inventando algún poema?
Yo me aburro sin medida
cuando vuelvo y reflexiono,
después de que estuve ausente
castigándome por todo
y renegando de mí.
Me condeno al señalarme
los errores del pasado
e imagino que sería
“si hubiera hecho otra cosa”
para no perder mi tiempo.
¡Pero qué corta es la vida
cuando es tan larga la muerte!
Para apagarme por siempre
si se pierde mi valor
como un maldito egoísta.
Somos presos de la lengua
para bien y para mal.
Contando lo que sentimos
solo les damos poder
a otros en su ignorancia.
No tolero a los hipócritas,
que me mienten sin escrúpulos
y se creen la película
de que yo me como el cuento
como si yo fuese un tonto.
Me quieren ver destruido,
mostrando sonrisas falsas
con intenciones malsanas,
revolviendo mi interior
sin medir las consecuencias.
Muchos los que me critican
y me juzgan sin saber.
Pocos entiende mi entrega
y sin embargo me envidian
con la mayor sutileza.
Yo milito en mi proceso
sin seguir a nadie más,
porque el hombre decepciona
y la confianza al perderse
no se recupera nunca.
¿Me querrán cuando me muera?
¿Cuándo parta de este mundo
hacia otra dimensión
o me quede con mis huesos
en la caja bajo tierra?
¡Qué más da lo que otros quieran!
Si en vida no demostraron
más que ego y cobardía,
para cuando me despida
no me lloren ni hagan luto.
David Contreras
Valencia Venezuela
(10-07-21)