¿Hacia dónde correr? Ahora que todo ha acabado.
Hacia el sol del medio día, sin sombra alguna.
A donde los verdes campos, lagunas de desolación,
descansan sobre la luz blanca y pura de la Luna.
Que el Cardenal del Norte te guíe hasta el fin del día.
Allí donde el rocío de la cascada pinta de verde las hojas,
y las aves cantan enamoradas del lejano horizonte.
Allí donde la vida menguada y ultrajada,
un nuevo y alto vuelo remonte.