Difusa es la inanición del equilibrio
tenue como la plenitud,
caprichosa de un infinito.
Complaciente en la fatiga
de los que padecen la ausencia.
Incógnita e impaciente,
como la corriente de un río
que era camino.
Sentirse arrastrado,
alegre he ileso
ante el abandono amado.
El verdadero amor
tiene destellos hermosos,
compone el alma sin decir palabras.
La madrugada ha zarpado
rumbo a la deriva de un susurro.
Que importa
sonámbulo es el silencio,
en la ausencia que se pierde gastada.
Perturbando aún corazón renuente
así fuimos tantas veces,
perseguidos por la pena de querernos.
Nosotros mismos impronunciables,
ahora somos ninguno
en la existencia que vacía
es un último instante.
Resistimos
en el amanecer de un principio
escuchando a los perros ladrar,
las aves que migran en primavera.
Tristes pero dispuestos
ante la última oportunidad
de brotar como un helecho.
Fuimos más que una conciencia
ante la catástrofe,
fuimos un murmullo furtivo en el oleaje.
Tentador he inesperado
como el polen que espera
salir airoso de la cosecha.
Dejamos a él silencio amontonado,
en las telarañas de un disimulo
que siempre ha llegado tarde.
Migrando a la soledad
para otra parte,
fugándose de nosotros mismos.
Secretos y sordos,
escondiendo el relámpago
de un vacío apabullante.
Caprichoso es el infinito.
Maquinista M.
Photographize.
