Me he perdido en canciones que no son para mí, sin darme cuenta de que solo tengo que elegir una
calle en esta ciudad que es mía.
He despertado con números que pesan en los dedos y he sentido la bolsa de monedas vacía, con
sueños recurrentes.
Decisiones que recuerdo con notas que se escurren, centro la brújula en ese desconocido que está por venir.
Y el no indirecto en el jardín de margaritas, con descarada frialdad disfrazada de única rareza, tesoro envenenado de mugriento pirata.
Lunes, examen de Física que prefiero suspender, ni la gravedad ni la atracción de los cuerpos, solo
quiero anarquía en mi universo.
Renacer con palabras malsonantes, con el músculo atrofiado y los huesos rotos.
Dos veces no y un millón de besos de plumas flotando en la laguna estancada de mis ojos.
Melancolía de fiesta acabada y despedida desnuda, escondiendo mi ser en el vientre de tierra donde descansa mi principio y mi fe.
Tiempo regalando tiempo a este rio seco de estuario de infierno, de significado invisible, de
abandonado puerto.
Con el martillo en la mano esperando romper la pared, cuelgo cuadros imposibles que se vuelven a
caer, una y otra vez, a los pies de artistas tiranos que apuñalan sin querer.
