Desde la aridez del espacio
y entre los infinitos montes
que lo invaden ingenuos
y desorbitados;
a través de luces apacibles
y sus ráfagas de fogueos dulces,
tú apareciste, amiga mía,
con la luz elocuente
de tus dos estrellas deslumbrantes
que cruzaban —tal vez— adoloridos
ante un inmenso bosque
de espesura y sabores agridulces.
¡Ay, como iluminaste con paisajes!,
decoraste cada montaña,
cada tiempo e instante
del mar galáctico
que sopesaban mis cansadas pupilas.
Brilla más, amiga mía,
esparce tu río de tulipanes
y que cause en mí
una escrupulosa sonrisa
y que mi alma se alegre
bañándose en tus manos
y que me abraces buscando
tu perfecta ternura.
Brilla más, amiga mía,
que nadie te apague
con su sangre de odio irracional
y que vivas deliberadamente
tan fresca y casual.
Te quiero, amiga,
estrellita de ojos dulces.
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Muy tierno y hermoso poema. Felicidades
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Muy bonito poema, Hugo.
Una dedicatoria poética preciosa.
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Qué bello poema poeta.
Tierno el cierre.
Brilla más, amiga mía,
que nadie te apague
con su sangre de odio irracional
y que vivas deliberadamente
tan fresca y casual.
Te quiero, amiga,
estrellita de ojos dulces.
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Hermoso poema, Hugo
Un abrazo
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