El viento de la noche muerde el bambú
y cruje,
inunda de luna llena
sus entrañas.
Me oculto bajo este cuerpo obeso y sudoroso,
que no alcanza acostumbrarse a las tinieblas,
al triunfo del espejo a nosotros
frente a las puertas de la timidez.
Busco mi voz y cantan las piedras,
soy la sonrisa de otro y me confundo,
crucificado con alfileres contra la pared.
Es cuando me desprendo de la sombra
y me acepto incompleto,
un desconocido entre mis cosas personales.
No todas las lunas son la misma luna,
no todos los poetas cantan a la misma luna,
aunque solitaria brille siempre en el mismo cielo.
Narciso vino hasta la fuente y no se encontró
levantó los ojos
y se contempló
convertido en el bambú
que cruje cuando lo agita el viento,
y la luna llena anuncia,
a los amantes que habrán de venir
convertidos en gusanos,
y finalmente mariposas
al salir el sol.