La vida encarnada en el campo arado
de la existencia humana
fecunda la núbil sombra del tiempo.
En la brevedad de las continencias
un seco rumor embiste el telón de los años.
Fatigosos y difíciles años que se muestran
en el follaje seco de un cielo abismado,
y de un mar pincelado en el entrecejo
abatido por las ruedas de los molinos de viento,
aún conservados en las páginas amarillas
de algún relato imaginario.
Pintemos de colores la postal azul del amor.
La estrofa refulgente que nos acerca a Dios.
El origen, el todo latente, y energía pura.
El fuego ardido en el pecho
que nos mueve y vigoriza día tras día.
Y es que amar desde el corazón y el alma
desgarra las bisagras del tiempo
y lo detiene bajo los acordes
de una guitarra romanza española…