¿Cuánto valen los copistas y su obra?
Pongo en valor su sacrificio
No es en vano ni entra en duda
Porque de él nacieron biblias,
luego Borges y Neruda
¿Pero cuánto mas sabremos de antropología?
¿Cuánto más de ciencia? Y cuánto más me olvido…
Y no es no tenga aprecio -hacia Lucrecio-
Pero, ¿Por qué tanto?
Sin aún habernos conocido.
No es que merezca olvido, sino tiempo
Lo que es imperioso es urgar en uno mismo y dentro
Conectarse con el arte no es prudente, sino urgente
Y valernos como humanos (desde el centro)
Sin menospreciar a Nostradamus
U otro médico que haya ido al frente
No los considero más valientes
Sino otras cartas de aquel mazo
De las picas que labraban
Corazones que pintaban
De diamantes que pensaban
Rey y reina: gobernaban.
-Y la sota a sus pies-
No me olvido de los tréboles
Cuyo andar desamparado
Día y noche hemos pensado
Ser naipe de otra baraja
Nuestra suerte no está raja
Ni las vidas malgastadas
Más nuestro revés es el mismo
Donde hay carne y hueso, y dentro
Las reales escaleras del pensamiento
¡Salvennos de esta vida!
Los que están desamparados
Han sabido cuestionar su carta
Estrategas de colores:
Sean propios sus sabores
Y sus tierras infinitas
Regalennos su duda
Y su crítica desdicha
No se puede hacer más lento
Sin sentir el propio cuento.
¡Cruel condena de los Ases!
Destinados a la victoria eterna
No especulan, no reinventan
Solo esperan imprudentes un ataque
Y sin percatar ni su goleada
Se han perdido el gusto mismo:
El del trébol y su abismo
Reinventar su clorofila
Cuestionar su propia hierba
No crecer en algún prado,
Y viajar hasta otra tierra
La vida los supo errantes
El destino, soslayarnos
Solo queda seguir viviendo
Solo queda seguir sintiendo
Solo queda esperar una gota de lluvia
en este inmenso desierto que nunca moja
Solo queda esperar algún milagro…
Solo queda esperar la cuarta hoja
