Era un atardecer azul,
la ciudad se vestía
del color del océano.
Anhelaba algún deseo,
alguna voz
al otro lado.
Entendí
que estaba
en la cumbre
de mi soledad.
Era un atardecer azul,
la ciudad se vestía
del color del océano.
Anhelaba algún deseo,
alguna voz
al otro lado.
Entendí
que estaba
en la cumbre
de mi soledad.
Profundo y bellísimo, Lautaro.
Saludos, compañero
Sentimiento a flor de piel, poeta!!!
Gracias!!
Precioso poema.
Un saludo, Lautaro!
Gracias, María!