Cuando mis labios
se hallan ávidos de sal;
los sueños de plástico
se derriten
ante el sol de una verdad,
y se derrumban
las torres
de la ciudad amurallada.
Cuando se enrojecen
mis ojos
en la toxicidad de una farsa;
mis entrañas
lamen su mar
y se retractan
de servir de engranaje
a una febril maquinaria,
suscitando cantos
milenarios,
para beber del brebaje
de dulce ambrosía
camuflada;
anestesiando fatigas
de un ambicioso trajín,
con acuarelas de hollín,
que salpican
mariposas foráneas,
en el tedioso asfalto
del Samsara.
Cuando largas trenzas
cuelgan de los balcones
de los ideales;
ciertas almas osadas
se afanan
en trepidar el sol,
con el filo de sus alas.
Cuando distan austeros,
los edificios,
entre nubes deshilachadas;
mis labios ansían la espuma,
de sus sensaciones blancas,
desmantelando planes
de carbonilla,
que desdibujan el arcoiris
de las almas,
desmaterializando
los pétreos paradigmas,
hasta abordar
la luz opalina
de una mirada sabia.
Bálsamo
de pechos libertarios
que alimenta las venas
del Budhata.
Cuando el oxígeno
de una certeza,
acelera el caos
de una sociedad despiadada;
se agitan ecuánimes
los cascabeles
de las caracolas,
para dar el impulso
de fuerza renovada,
rompiendo los vendajes
de tragedia enmascarada;
Cuando mis labios
se hallan ávidos
de sal;
la revolución de amor,
limpia las aguas…
Sí, tal cual lo dices, @Ruache , de esa idea y sentimiento se han generado estos versos…
Gracias por tu certera apreciación, compañero!
Un cálido y afectuoso saludo!!