De camino a ninguna parte nos perdimos,
dejándonos llevar por los silencios continuados.
Silencios que nos gritaban, suplicaban.
Silencios que lloraban.
Y bajo esa lluvia, comprendimos que caminábamos en
círculos.
Y despertamos.
Miramos a nuestro alrededor en busca de señales
conocidas
que nos ayudaran a ubicarnos,
y no vimos más que vacío
junto a infinitas personas sin rostro.
Seres inertes, ausentes —perdidos— como (lo
estábamos) nosotros.
Y nos perdimos —de nuevo— con ellos,
en círculos
caminando.
Este poema me permite acceder, a través de la imaginación a una serie de escenas pintadas, como cuadros surrealistas!
Maravillosa visión de identidad esfumada!
Saludos cordiales, @Verbis !
La verdad es que me inspiré en una imagen que llevaba tiempo rondándome la cabeza semejante al término ensō (un círculo trazado a mano alzada…), e intenté verlo desde la lejanía e ir acercándome poco a poco, como si lo tuviera bajo un microscopio, para analizar de qué estaba hecho…
Gracias @maestrosoco por tu certero comentario y tu visita. Ojalá más pronto que tarde nos demos cuenta de que así no se puede avanzar, ni mucho menos evolucionar…
“De camino a ninguna parte nos perdimos,
dejándonos llevar por los silencios continuados.
Silencios que nos gritaban, suplicaban.
Silencios que lloraban.”