Obras háylas que son desagradables,
cuando por ocultar algún prejuicio
son en definitiva detestables,
hasta sacar a todo dios de quicio.
Que artistas debe haber aún de oficio
cuando por destacar se dan de codos,
cuando tras valorar el beneficio
a placer se remueven en sus lodos.
Quien sabe si a decir de casi todos
a diario el interés es lo que cuenta,
que si propicios son los acomodos
uno se arrima al sol que más calienta.
Quizás los hay que sólo fama buscan
y en hallarla a propósito se ofuscan.