Así como atestigüé mil amaneceres, te miré;
como si la brisa cantara y yo sólo fuera intercesora
de aquellas melodías que tuvieron que ser
convertidas en verso.
No sólo fuiste eso.
Divagando van y vienen los recuerdos
de cómo la prosa se convirtió en refugio
de esperanzas rotas, silencio entre multitudes.
Eres la utopía que guía
aquellas mañanas que se sienten frías
aunque el sol irradia un nuevo día.
Eres la sonrisa de aquel incomprendido,
la capacidad de representar y calmar pesares
de este mundo tan fortuito.
Eres la mirada de la sabiduría,
carcajada de la hoguera,
tergiversación de la realidad
tan linda, como pasajera.
Si tuviera que escribir los versos más sinceros
te los dedicaría a ti, vieja amiga
porque no abandonas, y aunque me distancie
siempre habrá, dentro de mi, poesía.
Me parece hallar la conciencia compartida en lo que el arte espera de nosotros y lo que nosotros buscamos en el arte, no como definición, sino como complemento existencial.
«Eres la sabiduría,
carcajada de la hoguera,
tergiversación de la realidad
tan linda, como pasajera.»
Esta estrofa me indujo ese pensamiento.
—Aplaudo.