Aquella vez reduje mi naturalidad hasta su mínimo:
revistiendo con ilusiones lo impropio propuse una coraza (escondida). Disimulé ante cualquiera
para conseguir esta condición. Contrariada
(no es real lo gestado cuando reconoces algún intento de inculcarnos).
Es una sensación horrible andar en dirección contraria a la que nos sentimos impulsados… ¡Pero qué liberador, entonces, resulta volver sobre nuestras huellas y recoger lo olvidado! Felicidades por los versos, @KPRY . Está muy chulo. Un saludo.
A mi juicio no se trata de no empatizar tanto como de evitar transigir con aquello que nos invalida como individuos autónomos. Si se tolera la intolerancia, ésta podría acabar por extenderse hasta obstruir los impulsos naturales. Es esencial empatizar con los demás, pero también con nosotros mismos. Opino que la voz del instinto ha de ser supervisada por la razón, no para ser modificada sino complementada. El ego para mí es necesario siempre y cuando no derive en un -ismo. Me gusta mucho tu poema y la pregunta, porque ambas cosas suscitan un diálogo interesante que obliga a la mente a desapolillarse y eso siempre es de agradecer.