Aquella vez reduje mi naturalidad hasta su mínimo

Aquella vez reduje mi naturalidad hasta su mínimo:

revistiendo con ilusiones lo impropio propuse una coraza (escondida). Disimulé ante cualquiera
para conseguir esta condición. Contrariada
(no es real lo gestado cuando reconoces algún intento de inculcarnos).

_
MJ Escosura

3 Me gusta

Es una sensación horrible andar en dirección contraria a la que nos sentimos impulsados… ¡Pero qué liberador, entonces, resulta volver sobre nuestras huellas y recoger lo olvidado! Felicidades por los versos, @KPRY . Está muy chulo. Un saludo.

1 me gusta

Hola, David:

¡gracias!
Tengo un dilema con lo que piensas (aunque el escrito no es autobiográfico),
el tema se parece a esto:

“Trata de decir siempre lo que sientes
Y siempre lo que pienses realmente
No digas todo lo que piensas, pero piensa todo lo que dices”

Rayden

Supongo que al seguir nuestros instintos… renunciamos al ego de los demás,
¿nos anteponemos a la empatía?

1 me gusta

A mi juicio no se trata de no empatizar tanto como de evitar transigir con aquello que nos invalida como individuos autónomos. Si se tolera la intolerancia, ésta podría acabar por extenderse hasta obstruir los impulsos naturales. Es esencial empatizar con los demás, pero también con nosotros mismos. Opino que la voz del instinto ha de ser supervisada por la razón, no para ser modificada sino complementada. El ego para mí es necesario siempre y cuando no derive en un -ismo. Me gusta mucho tu poema y la pregunta, porque ambas cosas suscitan un diálogo interesante que obliga a la mente a desapolillarse y eso siempre es de agradecer.

1 me gusta