Escribí mis promesas
en un papel de paja
para que se perdieran
con la llegada del mañana.
Enterré las llaves
y las razones
para no volver ahí.
¿Qué será de ti?
Han pasado meses
desde que el verano
quemó mis deseos.
¿Aún te acuerdas
de los gatos que nunca
acariciamos? ¿De las fotos
para acortar esa distancia pesada?
Tú allá,
donde las nubes
besan las montañas.
Yo aquí,
donde las olas abrazan
la arena.
Aquel malecón
se convirtió en
el paciente escenario
donde tomaríamos
nuestras manos.
¿Qué tanto has cambiado?
Tuve que
despedirme de ti
porque era una plaga
para tu jardín.
Te regale espinas
en vez de flores.
Hay algunas cosas
que quise decirte,
pero las palabras
llegaron tarde
para cuando te fuiste.
Quemé los poemas que te hice
cuando el sol alumbra a las olas.
Me arrepiento lento y en silencio
no porque te extrañe, sino porque
he borrado mi sagrado arte.
Para serte sincero
me dolió muy poco
ver tu silla vacía.
Entendí que
cuando corres
las decisiones se pierden
en alguna avenida.
Sabía que íbamos
a caer por la misma fuerza
del huracán que estábamos
creando.
Disculpa por
negarte la entrada
¿Pero qué me puedes
aportar con tu llegada?
Querías tomar mi mano
mientras yo recogía los retazos
que el dolor va dejando.
Mejor ve
y busca un rey
que te entienda
cuando estés molesta,
que baile contigo
esas canciones que
escuchas y que dibuje
una sonrisa sobre tu rostro.
