En la penumbra es donde laten las ambigüedades del sexo…
Allí, donde las griseantes medias tintas
razan nuestras diferencias genéricas.
Quedamos igualados y espectantes bajo la rosácea crepusculocidad de una tenue grisitud en la estrecha franja penumbral de la lividitud de los seres intermedios, empalidecidos por esa cuartamenguanticidad que nos es inherente.
Hermosos somos
cuanto más andróginos nos aproximamos.-