ANCLAS!
El pajarito del olvido, es una satisfacción para la musculatura sentimental. Los aires se repugnan y se rompen entre si, sin ninguna lágrima de sombras de recuerdos que nos haga Volar en polvo y paja en el dulce y sacrificado invierno de tus besos. La mar abre los ciclos de los deseos, pero también los acaba con sinceridad como barcazas que irrumpen el latido tranquilo del océano.
Estos bloques de carne que soportan lo llamado vida, estas manos sumergidas en montones de declaraciones por la inclinación de una estrella que besa el cuello de otra tímida, lúgubre y reservabada luna.
Creo que nacemos con anclas en la vida y tenemos que levantarlas hasta el cielo.
Mi recuerdo en ella ya es inexistente, mis sogas de la levedad se estrujaron por los bordes de la conciencia. El delicado momento, la exagerada ausencia, el torpe avistamiento de tierra infértil que creía amar, supo más que la sabiduría de un gato contemplando colinas y más colinas de flores, caídas con el sutil poema.
