Si tan ajena a meditar mi mente
al descanso sereno no se entrega,
nunca será el hastío quien le ciega
en semejante enredo, si es que miente.
Porque quiera mi cuerpo consecuente
que fuese del amor de quien se apega,
si en el profundo mar donde navega
no pudiera saciar su sed ardiente.
Porque mi gozo no sabría a gloria
ansiando que la suerte le consuma
sin presagiar que hacer con tanto peso,
si prendado quedara en dulce noria
triste y a solas sin favor ni pluma
esperando el tranvía de regreso.