Yo no soy un superhombre, soy un caballero, soy más que eso,
soy una persona que ama lo divino, ¿Por qué?
Porque lo divino me ha llenado de tantas bendiciones,
no me dio oro, pero me dio una vida que lo vale.
Me ha otorgado unos ojos que me sirven para apreciar lindos atardeceres,
colores en la tierra, textos increíbles y tu inesperada sonrisa.
Me ha dotado de oídos que disfrutan notas cadenciosas,
los gorgoritos de las aves por la mañana, la resonancia del mar y tu melodiosa voz.
Me ha proporcionado una nariz para ventear la esencia de un lirio,
llenar de aire mis pulmones, alejarme de lo podrido y relajarme con el perfume de tu piel.
Me ha facilitado una lengua no solo para hablar sino para paladear la comida de mamá,
saborear lo dulce del almíbar, el fuerte del agave y tus besos en mis sueños.
Me dio unas manos con las que puedo crear cosas,
sentir texturas, agradecer a dios, tocar y sostener tu tierna mano.
Por eso y porque estoy vivo para disfrutar de la vida misma, del ambiente, del cielo y tú presencia infinita.