Si el tomate y la lechuga, por amarga no maridan,
que peras jamás al olmo, los recién casados pidan,
cuando jugando a tres bandas, ir a su bola decidan.
Pudiera ser que el amor, ya les importe un pepino,
mientras que fiarse a propósito, no proceda del vecino,
y mucho menos aún, que tenga origen divino.
Quizás pecando esté yo, de auténtico mentecato,
y por pasarme de listo, haciendo esté incluso el pato,
por negarme a ciencia cierta, a amar por pasar el rato.