No se sospecharon las estrellas
cuantos electrones tuvieron que juntar
dentro de la gota escondida del mar,
y del fuego que nos abraza la tierra.
Te lanzaste al mar como barco de papel
huyendo de la muerte y de la vida,
alquitara que las mieles destilas
entre los pigmentos de luz de tu piel.
Con la hostilidad de la distancia
estaba ese frío cruel del desamor
de un ocaso con cadavérico fulgor
hundiendo en frías espirales las ansias.
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