Porque en esta mañana
de tormentas que pasan
encima de los techos
camino hacia la playa
amaneces conmigo.
Y es tan imprescindible
comenzar la jornada
con tu rostro dormido
murmurando un buen día
hundida en la almohada.
Y ver como de pronto
te levantas radiante
estirando los brazos
con el pelo revuelto,
y caminas despacio
con los pasos borrachos,
y llegas hasta el baño
cantando al nuevo día
una hermosa canción,
y el espejo sonríe.
Seguro ya lo sabes,
pero es tan importante
saber que estás felíz
aquí en este momento,
tan cerca, tan vos,
tan así.
Y es que nunca hubo un sitio
para amarte mejor
que en tu alegría.
Yo preparo el café,
un desayuno frutal
libre de gluten,
y corro las cortinas
para abrazar el día
que ahora sí resplandece.
Y observo como llegas
y como en un instante
salta por la ventana tu mirada,
y se trepa a los árboles
y se mete en el río,
y se cuelga a una nube
y se hace mariposa
saltando entre las flores,
y sube la barranca
con aroma a romero
y vuelve,
y sonríe,
y me mira,
y te miro,
así, desde el fondo del alma,
sin animarme a preguntar
si en este hermoso día:
¿Tal vez, quieras quedarte?