A ti, Alberti, poeta del sentimiento. Que dices que el mar no se preocupa de las raíces cuadradas y que el cielo anda libre de los teoremas y matemáticas.
Se ve, que nunca comprendiste al numérico Pitágoras y nunca te enrolaste como bucanero del fondo del mar.
Nunca lo hiciste. Aunque dices que eres marinero y hablas de las sirenas y alguna vez llamas, a esa que dices, que es
hortelana del mar.
Yo si lo sé, Alberti, que tuve que pasar examen en mi trabajo
nocturno; ése que tengo, cuando mi cuerpo dormido queda
en cama y yo bajo al fondo del mar, o cosa rara, porque todos lo desean, me mandan de pastor de las estrellas.
Quizá estabas distraído, o no te lo enseñaron, porque en el cole eras externo. O quizá lo explicaron ese día, que te fuiste a las dunas de la playa, a mear mirando hacia el colegio; ese día de rabonas infantiles.
Fueron esos días de los jesuitas, tiempos duros, de hambres, caridades y miserias. Eras externo, que duda cabe. Hoy ya no somos externos; hay otras costumbres para los parias, que también se quedan fuera. No sabes cómo se quedan…
Se quedan fuera, aunque tengan mucho talento, aunque sepan sacar la raíz cuadrada o dibujar la circunferencia con un trazo; y no es que sea hipocresía, eso ocurre siempre.
Siempre les ocurre a esos que son parias. Precisamente a esos, que nunca son de aquí, no son de nuestro mundo. Como mucho algún día los tenemos como huéspedes; alguno hasta parece que baja de las nubes.
Y no te preocupes Alberti, que todo pasa, aunque para algunos se nos venga abajo el cielo.
Pero para esos, que enseñaron un dios tan lúgubre, que nunca supieron que era Padre, ellos nunca lo fueron; para esos, que siempre les olía la nariz a azufre, para esos nunca hubo cielo. No lo hubo, solo hablaban del infierno.
No importa que se nos venga abajo, ese cielo creado para estáticos. Ese cielo de hieráticos y santos inflamados por el celo de las iras, ese cielo.
Crece y crece uno más hermoso, un cielo especial, para esos que saben amar, como tú. Para todos los que alguna vez amaron o alguna vez llegarán a amar.