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Escucho bramar de lejos
un cúmulo de esqueletos en plena caída
así va mi alma al encuentro furtivo de mi soledad y la tuya
al que antes besaba la mano y ahora me devuelve al mundo desnudo.
¡Crepúsculo maníaco de sal!
tantos silencios como ayer
mi corazón
- ese torpe instrumento de medir el amor -
se desenreda con furia.
La alta angustia
el fusilamiento
el descarrilamiento del hueso y de la carne
todo se ha hecho una sonata de lenguas abiertas y pálidas.
El soldado agoniza entre banderas y países sonoros,
estás a diecisiete kilómetros
de mi guarida,
escucho aún tu voz de marinero experto,
yo sollozo en mi trinchera del norte
como un pabellón negro, así me he acostumbrado.
Falla la pupila, falla el órgano y falla el incienso
y el poeta que dicen que soy
va de intemperie por la vegetación azul
se pierde la felicidad por la partícula de polvo
y el ojo se seca de tanto acercarse a la caída.
A veces te confundo con el guerrero
que ha triunfado sobre mi hombro
y otras te vas deshecho por la tribu que he inventado;
otras en tanto te vas rugiendo
el sueño del sueño enamorado.
continuará