La muerte retoña donde jamás crecía y un pétalo de rosa, se asoma deslucido en los sepulcros. Tal vez no sea sólo muerte; ataúdes, hornos crematorios, lágrimas de hijos, de amantes, de familia, violines tocando una sonata. Es posible que exista un arlequín rosado que me diga palabras al oído y me recite a Lorca. Pueda ser, que al otro lado no se levanten fronteras; que los caminos sean repletos de flautas y de muchos tambores que alegren la jornada. Que no haya abismos que nos separen. Que me mires con dulzura desde lejos, sabiendo que algún día estaré contigo.
Pueda ser que allá, donde aún no conozco, mi abuela me espere al lado de una pila de agua fresca y me abrace y me entregue una sonrisa. Que un amigo me diga que me regalará una mañana sin pedirme nada a cambio, mientras bailo feliz ante sus ojos. O que un amor del pasado me ayude a sanar una profunda herida que quedó sin cerrar en lo más profundo del alma. Tal vez, encuentre algo más… al otro lado.