Siendo de tierra ajena y alma andaluza
el aire valenciano mi tez cruza.
Ojalá yo pudiera en el papel,
un poema escribir, como Miguel,
o plasmar en el lienzo con pincel
cual Sorolla, la luz de este vergel.
Su mar mediterráneo, su arena
tan dorada, que calma cualquier pena.
El aroma a azahar se desmenuza,
e impregnada de pólvora mi piel
¡refleja mi mirada yerbabuena!
En su noche magnífica y serena
la luna de Valencia es pura miel
que enreda en su reflejo a la lechuza.
Se posa sin reparo en mi melena
teñida de naranja y de azucena.
¡Quién a lomos, pudiera, de un corcel,
cabalgar por sus campos cual doncel!
esculpir las montañas con cincel…
Sierra Aitana y el castillo de Petrel.
No lo puedo evitar, y se entrecruza
la sangre alicantina en la andaluza.