Adyton

Quizá me falte ese instante -
la misión de un misil con dirección a un hogar,
una arboleda despertando entre flautas de marea
cuando tu rostro se ilumine
con la inconsciencia de tus dedos
de un de un destino al vapor
tricotando un mechón de tu cabello
la escarcha de los años oprimiendo tu pecho
cuando te sientas sin mi

Y si no hubiésemos insistido en esto-
cada letra de tu nombre sería pasajera,
cada hierro en el camino
simplemente abandonarnos,
quizá Serrat sería un jilguero más,
la Guernica un aburrido cuadro
a grises, blancos, y negros,
Tornattore un pobre desadaptado,
y los domingos ningún motivo
para abrazarnos como una costra
bajo las sabanas con desenfreno.

En la distancia me acuerdo de ti
Como el pulmón y la lluvia
en tanto lo imperceptible me nombra
un nuevo día y su alumno con orejas de burro,
una ronda al frenesí descarado
y una segunda lección
de tu hermosa presencia.

Antes de tu advenimiento
de que impresiones con el guión
de nuestra propia historia de locos
y muerdas tu labio inferior de alabastro
marinaré la temperatura
con promesas de lo inanimado
y flores de sakura,

por si preguntas por mí,
pues aún me cobijó
con intención de tu aroma
con un armazón
del papel lija hacia las estrechanzas.
Y es que disequé
los folículos de aquel teléfono
que lloraba de emoción
lo templado de la tarde,
supedité el ruido de la mesa
con todos los lugares
donde alguna vez fuimos algo,
agurando talvez,

un café, un paseo,
una aurora boreal irisando
un pañuelo y tu cuello,
un beso seduciendo al batallón de otros besos,
erotómanos desafiando
tormentos, monstruos sin almas,
leyes absurdas del que dirán
Y lo eterno que se vuelve un segundo
cuando me dices te quiero

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