A un árbol de ciudad

A la ribera de aquel río metálico
sintético
su sino fue naturalizar lo artificial
ornato ante contaminación visual
como pájaro en su jaula
embellecer la Alameda con el suave canto de su fronda.

Pero la fotosíntesis insomne no ha pegado los ojos,
el alumbrado le desvela.

En su paso milimétrico
las raíces callosas cojean,
zapatos de concreto le aprisionan.

En la psicosis de cláxones y rugir de motores
crecen algunas ramas contrahechas
retorcidas de histeria
con calvicie prematura.
Tuberculosis capilar agobiándoles
tosiendo hojas amarillas.

Pero estoico
aún yergue su insistente lamento verde.

Muy cierto,
entregándose con todo su ser
los árboles mueren de pie.

Desafiante en su martirio
podado
vapuleado por autos y transeúntes
vejado con la orina urgente de ebrios trasnochados
flagelado por enamorados
aún está de pie
esperando un sorbo de lluvia
luchando en solitaria tragedia incomprendida
albergando errantes vuelos
gestando vida en nidos urgentes
mostrando al mundo que todavía existe primavera
aunque llore estériles flores tristes sobre la banqueta.

3 Me gusta

Muy bueno!! Que este poema sirva de homenaje a esos árboles urbanos agredidos por tantos frentes. A veces moribundos, pero aguantando estoicamente y dando una lección de vida.
Un saludo y mis aplausos!!:clap::clap::clap::green_heart::green_heart:

Gracias! Así es, un tributo a esa parte de naturaleza que va siendo extranjera en su tierra. A esos pulmones de vida que pasan desapercibidos en nuestro trajín diario. Ojalá los podamos ver de manera diferente. La poesía es ese lente que ve de manera diferente y amorosa.
Un abrazo @mariaprieto. Buenas noches para ustedes.

1 me gusta

Excelente poema!!!

“En su paso milimétrico
las raíces callosas cojean,
zapatos de concreto le aprisionan.”

Buen día @luciagomez1956
Agradecido de tu lectura y comentarios.
Saludos.