Ay… si supieras
de mi composición somática,
de mi binocular conciencia,
de mi contemplación precisa…
Entenderías no es fortuita
hoy mi humilde presencia
Te leeré los dulces labios,
decodificaré tu vista,
atisbaré tu esbelto cuerpo;
para entender tus algoritmos
estudiaré tus emociones,
me doctoraré en tus movimientos;
contemplaré tus pensamientos
más los mios: ¡que contradicciones!
Aguantaré los más venenosos
e intentaré aunque sea empatizarlos…
Los juzgaré con mis mejores intenciones.
Más no me pidas que te deje
de leer, de observar, de estudiar,
de tratar de entender tu infinitud.
No me pidas que te deje
hasta en mis inherentes pensamientos
Entiendo sería lo más prudente
pero no podría soportarlo
Déjame, aunque sea, oírte dentro
de mi obnubilada mente