A mi infancia

Mi adorada, te fuiste
Mi tesoro, te desvaneces
El tiempo te ha secuestrado

Se que ya no vuelves
En el cristalino espejo de mis lágrimas te grito
y mi carne viva te reclama de regreso

Por si la vida no podía ser mas obscura
mis latidos muertos se van contigo
donde mis palabras son libres

Que mi Dios arranque de mis entrañas la vida
y devuelva mi divina insensatez
aquella que pintaba mis mañanas de jubilo fulgor

Entre mis dedos ceñir el césped de mis pies descalzos
mientras el sol me baña en su dorado vestido de miel
y el viento me acaricie desnuda

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