A la persona que jamás perdió las huellas
que iban al rincón dónde apretábamos los ojos
para intentar parar el mundo.
Tenía la altura de una palabra en el oído,
para ella un beso era detener un final
no escrito.
A la persona que nos quiso aún siendo extraños,
no importaba no tener cara pero si sonrisa,
pudimos robar sus noches, pero no sus sueños.
Nos esperaba con la luz cerrada
y las puertas encendidas
y dónde había silencios existía
una escalera llena de pasos que llegaban a nosotros.
Quién nos quiso la primera vez y la última
y siempre estuvo partida en dos
para ser de nuestra estatura.
Quizás ahora piensa en nosotros,
ya que guardó un tesoro a la
luz de nuestra luna.
Quizás ahora pensamos en ella
ya que buscamos su luna
que hay en nuestros ojos.
3 Me gusta
Muy hermoso tu poema homenaje a tu madre, Manuel! Se lo merecen.
Saludos, compañero!
1 me gusta
Gracias compañera. Un saludo. Es verdad se lo merecen.
1 me gusta
Bonito poema, con mucho sentimiento.
Feliz día, saludos
1 me gusta