En convencernos todos hoy se empeñan
en marchar a la guerra por señales,
mientras los dientes al demonio enseñan
tan sólo por vaciar sus arsenales.
Quizás buscando están sucios avales
que singular debacle justifique,
sin dejar de atacar a sus rivales
y que nadie por dios se mortifique.
Poco importa que el mundo vaya a pique
cuando mal la contienda a nadie viene,
aunque cualquier político lo explique
lo que decir en público conviene.
Triste resulta que con burla y chanza
a perder nos conduzca la confianza