A 40 grados
cumplias con tu deber,
con un uniforme de petróleo,
con un solo mes de futuro.
En una calle olvidada,
caíste ardiendo,
a 40 grados,
barriendo su indignidad
y su vergüenza.
Y ahora todos son sombras.
huyendo de su responsabilidad.
Y nadie sabrá cómo te llamabas,
eras un barrendero sin nombre,
uno más,
cuidando la ciudad,
mientras ellos,
seguirán,
bien trajeados,
con el corazón
lleno de basura y de desprecio,
para siempre.
Maldita hora de los enanos,
enanos carentes de bondad,
enanos grandes de maldad.